Hace unos días, dos individuos presuntamente vinculados a Al
Qaeda irrumpieron en la sede de la revista Charlie Hebdo asesinando a 12
personas e hiriendo a otras 4. Todo esto ha ocasionado tres cosas
fundamentalmente: la primera, una oleada lógica de apoyo y condolencias de
quienes SIEMPRE respetamos y abanderamos la libertad de expresión. La segunda,
una oleada de cinismo por parte de los dirigentes internacionales que se
ilustró con su fotografía, separada de la multitud, para condenar el atentado.
Y la tercera, una oleada de anti-islamismo brutal y de odio racial aprovechada por la extrema derecha y promocionada
por los principales medios de comunicación.
Las autoridades, separadas de la sociedad |
Y la guinda del pastel la ponen Netanyahu y Saleheddine
Mezouar, representantes de los gobiernos de Israel y Marruecos que bombardean,
masacran y oprimen sistemáticamente a los habitantes de Palestina y el Sáhara
Occidental. Por no olvidarnos del presidente del gobierno de un país que,
cuando no está aprobando leyes mordaza, deteniendo a humoristas, condenando a
personas por hacer huelga, o inventándose operaciones policiales para detener
abogados de miembros de la Izquierda Abertzale para conseguir que un juicio
donde tenían todas las papeletas de salir en libertad sin cargos, no se pueda
celebrar.
Esta es la libertad, la igualdad, y la
solidaridad de un sistema que no entiende ninguno de los tres conceptos. Porque
mientras sigamos pensando que libertad es elegir qué Smartphone te quieres
comprar, Igualdad es la posibilidad que tienes de que te toque la lotería si
compras un décimo, y Solidaridad es que los señoritos den una pequeña parte de
lo que nos roban para calmar su conciencia ante dios todopoderoso, ellos no
tendrán inconveniente en seguir con su pantomima. Y es que si las ovejas siguen
poniendo al lobo a que cuide de ellas, éste no rechazará tan suculento bocado.
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